A largo plazo, pinos, siempreverdes, olmos y otras plantas invasoras ocuparán las sierras cordobesas. Su presión sobre las autóctonas ya no se puede controlar.
Como “okupas verdes” del territorio serrano cordobés, las especies exóticas está invadiendo el espacio que naturalmente le pertenece al monte autóctono. A diferencia de un incendio o un desmonte que se pueden detener, o del pastoreo del ganado que se puede regular, las especies invasoras casi no tienen solución ni en los papeles. A largo plazo, se convertirán en el peor enemigo del bosque.
“El problema estalló en los últimos 10 años. La situación estuvo latente, pero ahora el crecimiento de estas especies es exponencial”, sentencia Melisa Giorgis. “Lo que queda de bosque en las sierras está seriamente amenazado por la invasión de exóticas, particularmente de árboles y arbustos. Es tan grave como lo que ocurre con los incendios y el desmonte”, agrega Valeria Tecco, otra experta en el tema. Las biólogas son investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba.
Giorgis explica: “La ecología dice que las invasiones no se pueden erradicar cuando se llega a esta etapa. Y en algunos casos también es difícil controlarla. Sólo podemos mitigar su impacto en el ecosistema”.
Cada región ya tiene sus especies exóticas características. Esto depende tanto de las condiciones ambientales como de la historia de los centros urbanos cercanos. En el lado este de las sierras hay más presencia humana, por lo tanto, más invasión de exóticas.
“También depende de la antigüedad de los centros poblados y de su historia particular. Ascochinga y Villa General Belgrano han tenido una fuerte presencia de inmigrantes y cada grupo trajo sus especies particulares”, dice Giorgis.
En el primer sitio, abunda la acacia negra. Es un árbol con grandes espinas que puede alcanzar hasta los 15 metros de altura. Tiene hojas pequeñas agrupadas en forma triangular. Las flores son amarillas claras y el fruto es una vaina.
El abedul es una especie invasora propia del valle de Calamuchita, en especial, en Villa Alpina y La Cumbrecita. Tiene una corteza blanquecina que se desprende fácilmente. Puede llegar hasta los 20 metros de altura. Sus hojas tienen forma de rombo y son aserradas.
En Río Ceballos, las más preocupantes son dos especies de siempreverde o ligustrines. “El grateus también es una especie muy agresiva que invade pastizales y áreas abiertas. Está presente en la zona del Camino del Cuadrado”, comenta Giorgis.
El grateus es un arbusto espinoso de hasta tres metros. Tiene flores blancas y frutos anaranjados o rojos.
El avance
Muchas de estas plantas fueron introducidas para ornamentación porque crecen rápido y tienen frutos vistosos. Eso también ayuda a que los animales los coman y dispersen sus semillas. “Producen frutos cuando las especies nativas no los tienen. Pueden estar afectando el comportamiento de aves nativas”, comenta Giorgis.
Al crecer muy rápido, también hay semillas disponibles rápidamente. Lo contrario ocurre con las especies nativas que crecen lento y además se han desmontado. Un trabajo realizado a partir de imágenes satelitales detectó que entre 1983 y 2006 el siempreverde aumentó 50 veces su cobertura en una región de 280 kilómetros cuadrados en las Sierras Chicas
El estudio fue realizado por Gregorio Gavier Pizarro, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta). En 1983 ocupaba 50 hectáreas mientras que en el último año de la medición alcanzaba 2.500 hectáreas. Ya ocupa el 20 por ciento del área estudiada.
Tecco aclara que estas especies no sólo amenazan las comunidades boscosas de las Sierras Chicas, sino también constituyen un peligro para los pastizales de mayor altura, en las Sierras Grandes: “Según nuestros ensayos, el siempreverde, la acacia negra y el grateus tendrían el potencial de germinar, crecer y sobrevivir por encima de los 2.200 metros sobre el nivel del mar”. Alguna vez podría colonizar la cima del cerro Champaquí.
Además de árboles y arbustos, también se introdujeron pastos para ganadería. “Uno de ellos es el pasto llorón, que invade las costas de los ríos y va quitando playa por lo que afecta al turismo”, explica Giorgis.
La pérdida de pastizales nativos, invadidos por pinos y siempreverde trae problemas hídricos. Estas especies consumen más agua y no la retienen como los pastos.
Una investigación de Esteban Jobbágy, de la Universidad Nacional de San Luis, registró que en el sur de las sierras de Córdoba, los arroyos con cuencas dentro de forestaciones de pinos sufrieron una reducción de caudal del 50 por ciento.
La solución
Las biólogas coinciden en que ya es difícil revertir el daño hecho por las especies exóticas.
“Hay que intentar adelantarse. Ya establecidas, cualquier programa de erradicación es mucho más costoso que prevenir su avance. Si sabemos que pueden avanzar aún más arriba en las sierras, hay que dejar de plantarlas”, sentencia Tecco.
Giorgis comenta que en Sudáfrica tienen un plan de manejo de exóticas, como en Córdoba hay uno para los incendios. “Se dieron cuenta que era más barato invertir en controlarlas, que afrontar el efecto que provocarían sobre el rendimiento hídrico”, ejemplifica.
En Córdoba, no hay políticas ambientales para controlarlas. Incluso alguna vez se tomaron medidas opuestas, como sembrar los predios incendiados con especies exóticas.
Sólo Parques Nacionales realizan algún tipo de estudio y controles de especies invasoras en la Quebrada del Condorito.
Una medida positiva sería prohibir que se planten especies exóticas en ciudades cerca de las sierras y en las banquinas de las rutas.
También incentivar el uso de especies nativas y su producción en viveros.
Se estima que un eucalipto consume por día unos 20 litros de agua. Es decir, que si cada hectárea contiene en promedio unos 1000 árboles, ello implica un consumo diario de 20.000 litros, que traducidos a metros cúbicos, significa 20m3 por hectárea y por día. Multiplicando dicha cifra por 800.000 hectáreas, las plantaciones de todo el país estarían consumiendo diariamente 16 millones de metros cúbicos de agua.
Como “okupas verdes” del territorio serrano cordobés, las especies exóticas está invadiendo el espacio que naturalmente le pertenece al monte autóctono. A diferencia de un incendio o un desmonte que se pueden detener, o del pastoreo del ganado que se puede regular, las especies invasoras casi no tienen solución ni en los papeles. A largo plazo, se convertirán en el peor enemigo del bosque.
“El problema estalló en los últimos 10 años. La situación estuvo latente, pero ahora el crecimiento de estas especies es exponencial”, sentencia Melisa Giorgis. “Lo que queda de bosque en las sierras está seriamente amenazado por la invasión de exóticas, particularmente de árboles y arbustos. Es tan grave como lo que ocurre con los incendios y el desmonte”, agrega Valeria Tecco, otra experta en el tema. Las biólogas son investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba.
Giorgis explica: “La ecología dice que las invasiones no se pueden erradicar cuando se llega a esta etapa. Y en algunos casos también es difícil controlarla. Sólo podemos mitigar su impacto en el ecosistema”.
Cada región ya tiene sus especies exóticas características. Esto depende tanto de las condiciones ambientales como de la historia de los centros urbanos cercanos. En el lado este de las sierras hay más presencia humana, por lo tanto, más invasión de exóticas.
“También depende de la antigüedad de los centros poblados y de su historia particular. Ascochinga y Villa General Belgrano han tenido una fuerte presencia de inmigrantes y cada grupo trajo sus especies particulares”, dice Giorgis.
En el primer sitio, abunda la acacia negra. Es un árbol con grandes espinas que puede alcanzar hasta los 15 metros de altura. Tiene hojas pequeñas agrupadas en forma triangular. Las flores son amarillas claras y el fruto es una vaina.
El abedul es una especie invasora propia del valle de Calamuchita, en especial, en Villa Alpina y La Cumbrecita. Tiene una corteza blanquecina que se desprende fácilmente. Puede llegar hasta los 20 metros de altura. Sus hojas tienen forma de rombo y son aserradas.
En Río Ceballos, las más preocupantes son dos especies de siempreverde o ligustrines. “El grateus también es una especie muy agresiva que invade pastizales y áreas abiertas. Está presente en la zona del Camino del Cuadrado”, comenta Giorgis.
El grateus es un arbusto espinoso de hasta tres metros. Tiene flores blancas y frutos anaranjados o rojos.
El avance
Muchas de estas plantas fueron introducidas para ornamentación porque crecen rápido y tienen frutos vistosos. Eso también ayuda a que los animales los coman y dispersen sus semillas. “Producen frutos cuando las especies nativas no los tienen. Pueden estar afectando el comportamiento de aves nativas”, comenta Giorgis.
Al crecer muy rápido, también hay semillas disponibles rápidamente. Lo contrario ocurre con las especies nativas que crecen lento y además se han desmontado. Un trabajo realizado a partir de imágenes satelitales detectó que entre 1983 y 2006 el siempreverde aumentó 50 veces su cobertura en una región de 280 kilómetros cuadrados en las Sierras Chicas
El estudio fue realizado por Gregorio Gavier Pizarro, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta). En 1983 ocupaba 50 hectáreas mientras que en el último año de la medición alcanzaba 2.500 hectáreas. Ya ocupa el 20 por ciento del área estudiada.
Tecco aclara que estas especies no sólo amenazan las comunidades boscosas de las Sierras Chicas, sino también constituyen un peligro para los pastizales de mayor altura, en las Sierras Grandes: “Según nuestros ensayos, el siempreverde, la acacia negra y el grateus tendrían el potencial de germinar, crecer y sobrevivir por encima de los 2.200 metros sobre el nivel del mar”. Alguna vez podría colonizar la cima del cerro Champaquí.
Además de árboles y arbustos, también se introdujeron pastos para ganadería. “Uno de ellos es el pasto llorón, que invade las costas de los ríos y va quitando playa por lo que afecta al turismo”, explica Giorgis.
La pérdida de pastizales nativos, invadidos por pinos y siempreverde trae problemas hídricos. Estas especies consumen más agua y no la retienen como los pastos.
Una investigación de Esteban Jobbágy, de la Universidad Nacional de San Luis, registró que en el sur de las sierras de Córdoba, los arroyos con cuencas dentro de forestaciones de pinos sufrieron una reducción de caudal del 50 por ciento.
La solución
Las biólogas coinciden en que ya es difícil revertir el daño hecho por las especies exóticas.
“Hay que intentar adelantarse. Ya establecidas, cualquier programa de erradicación es mucho más costoso que prevenir su avance. Si sabemos que pueden avanzar aún más arriba en las sierras, hay que dejar de plantarlas”, sentencia Tecco.
Giorgis comenta que en Sudáfrica tienen un plan de manejo de exóticas, como en Córdoba hay uno para los incendios. “Se dieron cuenta que era más barato invertir en controlarlas, que afrontar el efecto que provocarían sobre el rendimiento hídrico”, ejemplifica.
En Córdoba, no hay políticas ambientales para controlarlas. Incluso alguna vez se tomaron medidas opuestas, como sembrar los predios incendiados con especies exóticas.
Sólo Parques Nacionales realizan algún tipo de estudio y controles de especies invasoras en la Quebrada del Condorito.
Una medida positiva sería prohibir que se planten especies exóticas en ciudades cerca de las sierras y en las banquinas de las rutas.
También incentivar el uso de especies nativas y su producción en viveros.
Se estima que un eucalipto consume por día unos 20 litros de agua. Es decir, que si cada hectárea contiene en promedio unos 1000 árboles, ello implica un consumo diario de 20.000 litros, que traducidos a metros cúbicos, significa 20m3 por hectárea y por día. Multiplicando dicha cifra por 800.000 hectáreas, las plantaciones de todo el país estarían consumiendo diariamente 16 millones de metros cúbicos de agua.
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