1. Las grandes represas agravan el problema al generar gases de efecto invernadero
Una investigación reciente de la Universidad del Estado de Washington encontró que, a nivel mundial, los embalses de las represas generan 1,3% de todos los gases de efecto invernadero (¡más que las emisiones de toda Canadá!). El 80% de las emisiones generadas es metano, un gas 20 veces más potente que el dióxido de carbono.
2. Existen contaminantes cuya mitigación es una gran oportunidad de solución en el corto plazo
El hollín de la leña y del escape de los autos (carbono negro), los gases con los que funcionan refrigeradores y aires acondicionados (hidrofluorocarbonos), el gas natural que hace funcionar tu cocina (metano) y el ozono del nivel del suelo formado por luz solar y emisiones de combustibles fósiles, son contaminantes climáticos de vida corta. Permanecen menos tiempo en la atmósfera que el dióxido de carbono, pero contribuyen en gran medida al cambio climático y dañan la salud. Por ello, si los controlamos efectivamente, se puede avanzar mucho y ganar tiempo para generar soluciones de largo plazo.
3. El cambio climático es el mejor combustible para los huracanes
Harvey e Irma son ejemplos recientes y palpables de lo que una tormenta bien alimentada puede hacer: territorios inundados, deslaves, inmuebles dañados, muertes y miles de afectados. El cambio climático aumenta la temperatura del aire, y la del océano (elevando además sus niveles de agua), produciendo así mayor humedad, de la cual se nutren las tormentas, volviéndose más intensas y violentas.
4. La naturaleza es nuestra mejor aliada
Los entornos naturales cumplen funciones climáticas claves para mitigar el cambio climático y protegernos de sus efectos. Los bosques, páramos y manglares capturan dióxido de carbono de la atmósfera; mientras que los arrecifes de coral sirven de barrera natural contra tormentas y huracanes.
5. Un fondo internacional fue creado para financiar actividades climáticas de países en desarrollo
El Fondo Verde del Clima, entidad creada en el marco de Naciones Unidas, busca ser el mayor canalizador de recursos económicos para que los países más vulnerables a los cambios extremos en el clima lleven a cabo programas y proyectos de mitigación y adaptación.
Todos podemos contribuir a la lucha. Acciones cotidianas como un consumo responsable de agua y energía, usar menos el automóvil, reciclar y cambiar nuestros hábitos de consumo dañinos para el ambiente, hacen una gran diferencia.
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